¿La historia crea leyendas o son
las leyendas las que crean historia? A veces es difícil distinguir la realidad
de la ficción, pues la historia y la leyenda se entremezclan, traduciéndose en
la información final que conocemos de un lugar.
Y Alburquerque es un lugar donde la leyenda
forma parte de la historia. Sigue leyendo… y lo entenderás.
D. Álvaro de Luna fue fruto de la
relación extramatrimonial del noble Álvaro Martínez de Luna y de María
Fernández Jaraba, una difícil situación para venir al mundo, pues ser bastardo
en aquella época era sinónimo de muchas desventuras.
Sin embargo, tuvo la suerte dadas
las circunstancias, de que su progenitor falleciese demasiado joven sin haber
tenido más descendencia, lo que supuso que su tío, el famoso Papa Luna
(Benedicto XIII de Aviñon) lo acogiese bajo su tutela y cambiar su destino.
Un destino que lo llevaría hasta
la corte castellana y convirtiéndose en uno de los condestables más importantes
de la corona, pues llegó a ser valido de Juan II (padre de Isabel la Católica)
y Maestre de la Orden de Santiago.
D. Álvaro de Luna fue la mano
derecha de Juan II, una amistad que provocó celos y envidias entre algunos de
los familiares más cercanos del propio rey, llegando incluso, a que los
infantes de Aragón (primos de Juan II), viendo el poder que el condestable
alcanzaba y la distancia cada vez más latente con el rey, diesen un Golpe de
Estado para derrocar a su primo, pues según estos estaba completamente
manipulado y hechizado por D. Álvaro.
Este conflicto se sintió en
Alburquerque, pues la fortaleza militar de la villa fue el lugar elegido para
llevar a cabo esta conspiración contra la corona castellana…hasta aquí llegó D.
Álvaro y consiguió derrotar a los Infantes y desterrarlos, como recompensa,
sabiendo el rey la importancia que para el condestable había tenido este lugar,
le regaló la Villa de Alburquerque, mandando a reconstruir la torre del homenaje
para darle mayor altura y que nunca más ocurriese un hecho así.
Para D. Álvaro de Luna, el
castillo de Alburquerque se convirtió en una de sus joyas más preciadas,
pasando largas temporadas en el lugar…pero el destino se torció al casarse en
2ª nupcias el rey Juan II con Isabel de Portugal (madre de Isabel la Católica),
pues esta no veía con buenos ojos el poder que el condestable tenía, y
consiguió que el propio rey, su íntimo amigo, mandase a decapitarlo en la plaza
de Valladolid.
Y cuenta la leyenda, que mientras
D. Álvaro se dirigía al patíbulo gritó Alburquerque, siendo esta su última
palabra, quizás recordando los años de prosperidad que vivió en esta hermosa
villa, desde esa misma tarde un águila blanca todas las tardes de primavera
vuela por las almenas del castillo… ¿Será una reencarnación para continuar
vigilando y protegiendo a la Villa de Alburquerque?
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